Miércoles 20 de noviembre de 2019
Por Pablo Vidal
En nuestra Casa Común hay hombres y mujeres; altos, medios y bajos, de tono de piel más claro y también oscuro; algunos tienen más recursos económicos y hay otros que no los tienen. Hay violencia y también anhelos de paz. Personas con casas y buena educación, hay otros que arriendan y les cuesta mucho acceder a ella.
Hay algunos con buena salud, y otros que requieren mucho más apoyo. Hay dolor y también alegrías. Hay zonas con más naturaleza y otras que requieren más cuidados. Hay adultos, jóvenes y niños. También pensamos políticamente de izquierda, centro y derecha; y también hay algunos que no se identifican con eso. Hay pueblos originarios, discapacidad y muchísimas nacionalidades, religiones y credos.
En nuestra Casa Común hay una infinidad de personas, que enfrentamos nuestra vida de la mejor manera posible y que en ese transitar muchas veces erramos, acertamos, empatizamos e ignoramos.
Sí, esta es nuestra Casa Común, Chile es nuestra Casa Común.
Por eso es, que, independientemente de lo que cada uno piense, sienta y crea debemos hacer nuestro mayor esfuerzo por mirar nuestro entorno, a nuestros hermanos, lo que hacemos y cómo lo hacemos; pues cuando eso sucede, no va a importar el camino transitado sino será relevante el camino por transitar.
Lo que sucedió ayer de madrugada no puede ser entendido de otra forma, que, como un gran acuerdo para Chile, pues a pesar de lo diverso que somos en nuestra Casa Común, dejamos de lado, por un momento lo que soy y pienso, y lo plasmamos en una propuesta en donde prima lo que somos y pensamos.
Es incierto conocer el futuro de este acuerdo ni lo que pasará, pero, desde mi perspectiva, este suceso es otra demostración más de la genuina intención de muchos, por alcanzar el tán anhelado Desarrollo Sostenible para Chile y nuestra Casa Común.
