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Santiago de Chile

Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile dice que es tiempo de diálogo y renovación

Editorial del Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile en la que reflexiona en torno a la situación que vive la Iglesia chilena después de los encuentros con el Papa Francisco en el Vaticano.

Martes 22 de mayo de 2018

“¿De qué sirven las buenas intenciones si todo sigue igual? En virtud del valor de la conversión personal y pastoral, central en la predicación de Jesús, nos corresponde a todos, particularmente a los Obispos, animar un proyecto intenso y extenso de renovación eclesial”, lo dijo el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Santiago Silva Retamales en un editorial publicado en torno a la situación que vive la Iglesia chilena.

Monseñor Santiago Silva afirma que luego del encuentro del Episcopado chileno con el Papa Francisco, “nos quedó claro (...) que la vida de obispos y sacerdotes no siempre corre por los cauces del Evangelio. Nos apartamos de ellos por nuestros errores y, lo que es más grave, por la comisión de delitos como los abusos de menores”.

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Reitera una vez más la petición de perdón, rogando con insistencia que los delitos se denuncien ante la justicia, afirmando que ¡La Iglesia no es lugar para delinquir!

Además, en el comunicado el Presidente de la Conferencia Episcopal chilena señala, que en esta etapa “el más importante de los valores es la reparación a las víctimas en justicia y misericordia”, asimismo, Mons. Silva agrega que cuando han hablado de «vergüenza» lo hacen con sinceridad, “porque la Iglesia no fue constituida por Jesús para generar daño, y un daño de tal magnitud”.

Mons. Silva también afirma comprender “que muchos no den crédito al perdón que pedimos y al dolor que expresamos, pues no recuperaremos la confianza de un día para otro. Lo tenemos que demostrar con concretas acciones reparatorias”.

Asimismo, el Presidente de la CECh concluye señalando que, “todos nos necesitamos en este «nuevo pentecostés» que esperamos vivir. Y ojalá que este diálogo no sea sólo intraeclesial y, por supuesto, que no se quede sólo en buenas intenciones, sino que genere realmente un proceso de renovación, buscando el compromiso de todos. Sólo como Pueblo de Dios que nos escuchamos entre todos, podremos discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia”.

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