Antes del Ángelus, Francisco, preocupado por la amenaza nuclear y la escalada militar del conflicto en Ucrania, decidió hacer un llamado al alto el fuego al presidente de Rusia, Vladimir Putin. Lamenta las anexiones, recomienda respetar la integridad territorial de cada país y los derechos de las minorías. Se lamenta por las miles de víctimas, "especialmente entre los niños".
Este llamado hecho por el Sucesor de Pedro es una apelación directa a los implicados en esta guerra, pero también a la comunidad internacional para que “busque negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables”. Una preocupación del Santo Padre por el futuro de la humanidad, por las jóvenes generaciones, para que no tengan que respirar “el aire contaminado de la guerra, que es una locura”.
“Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me duelen las miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin hogar y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios. ¡Ciertas acciones no pueden ser justificadas nunca!, !Nunca!”, afirmó el Santo Padre.
De igual forma, Francisco en su mensaje, dice: “¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino sólo destrucción? En nombre de Dios y en nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables”.
Para terminar, el Pontífice dijo que: “Confiamos en la misericordia de Dios, que puede cambiar los corazones, y en la maternal intercesión de la Reina de la Paz, en el momento en que se eleva la Súplica a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, unidos espiritualmente a los fieles reunidos en su Santuario y en muchas partes del mundo”.