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P. David Halm

HOMILÍA DEL DÍA, Jueves 23 de Julio- Por P. David Halm

Jueves 23 de julio de 2020

Es una buena reflexión a veces pensar en que benditos somos para vivir en este momento y no 100 años atrás; ¡ni 20 años atrás! Durante esta pandemia hacemos todas nuestras clases en el colegio por teleconferencia y comunicamos ahora casi exclusivamente por Whatsapp, Zoom, y Facebook. ¡Aún realizamos la misa por Instagram! Pero imagínense una cuarentena en otra época sin smartphone ni redes sociales. Mi punto es que aún nos cuesta y todos estamos sufriendo por el estrés y angustia de esta cuarentena, tenemos una bendición enorme en la tecnología que nos permite seguir– aún por una forma muy distinta– nuestras vidas, trabajo y educación.

Como católicos modernos, me imagino que no reflexionamos harto en que significaría vivir en un periodo antes de la encarnación de Jesús. Por ejemplo, a través de 600 años la gente de Judá esperaba el Mesías: durante el exilio en Babilonia, la ocupación de los griegos, la opresión por los romanos. Habían hartos justos y creyentes en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob esperando, pero con ninguna señal. ¡600 años! Podemos imaginar mantener nuestra fe y esperanza unos años, pero ¿generación en generación por siglos?

 

Entonces un maestro se apareció y por enseñanzas y milagros se atrajo seguidores que se daban cuenta de que este maestro, Jesús, era el Mesías prometido. Después de miles de años después de la promesa original de Dios de un Mesías (Gen 3;15), cientos de años después del exilio y opresión de la nación, el Mesías llegó. Y Jesús dice a sus seguidores, "dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen... que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".

 

Escuchamos las mismas palabras a nosotros como los seguidores de Jesús. Lo vemos y le oímos. Gracias a Dios que vivimos en este periodo de revelación y encarnación del Salvador Jesús! Dichosos los que hemos visto y eschuchado y creído. Pero esto nos da una misión: proclamar Él que hemos visto y escuchado a todos los que encontramos en nuestro camino. Que compartamos con ellos las buenas noticias de que hemos encontrado en el Mesiás y nuestra espera ya ha terminado!

 

Fr. David Halm

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