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Reconstruir el templo, reconstruir la patria: la esperanza no se quema

Reinauguración de la Parroquia La Asunción 25 de mayo de 2025 Año Jubilar de la Esperanza Preside: Cardenal Fernando Chomali, Arzobispo de Santiago

Viernes 23 de mayo de 2025

Reconstruir el templo, reconstruir la patria: la esperanza no se quema
Celebraremos este 25 de mayo  algo más que la reconstrucción de un templo físico. En este día bendito, la comunidad de la Parroquia La Asunción nos ofrece un signo vivo y profético: es posible reconstruir después del dolor, es posible levantarse después de la caída. Es posible, cuando Dios está en medio de su pueblo. Y si esto ha sido posible aquí, en esta esquina de Santiago herida por las llamas, también lo es para nuestra patria entera.
 
La historia reciente de este templo está marcada por el fuego que quiso reducirlo a cenizas. Y, sin embargo, no pudo tocar lo esencial: la fe, el amor, la esperanza. Ese día de octubre de 2020 ardieron muros, sí. Pero no ardieron las oraciones, ni los recuerdos, ni los compromisos vividos. No ardió la fidelidad de quienes siguieron creyendo. La Iglesia fue herida, pero no vencida. Porque, como dice el apóstol Pablo: “Estamos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (2 Cor 4,8-9).
 
Reconstrucción material, reconstrucción espiritual
 
La reinauguración del templo de la Asunción es un motivo de alegría profunda. Pero sería incompleta si no la entendiéramos como un llamado más amplio: a reconstruir no solo piedras, sino también relaciones, vínculos, sentido común. A restaurar el alma de nuestra patria herida. Porque lo que vivió este templo es símbolo de lo que vive hoy Chile: fracturas, incendios sociales, polarización, desconfianza, pérdida de referentes comunes. Y el Evangelio, una vez más, nos recuerda que el fuego no es lo último. Que el amor es más fuerte que la muerte. Que la esperanza no se quema.
 
Chile necesita reconstruirse desde dentro
 
Nuestro país no necesita solo reformas externas. Necesita una reconstrucción del alma. Una sanación que comienza en lo más hondo: en el corazón de cada persona. Si el Señor no construye la casa nos dice el Salmo 127, en vano se esfuerzan los constructores. Esto vale para las iglesias, pero también para las naciones. No basta con levantar muros, necesitamos levantar personas.
 
Por eso, desde esta celebración tan significativa, queremos hacer un llamado claro, fraterno y urgente: reconstruyamos Chile comenzando por nuestros corazones. Dejemos que Dios purifique nuestras intenciones, sane nuestras heridas y nos enseñe a mirar al otro no como enemigo, sino como hermano. La verdadera reconstrucción comienza cuando dejamos que el Espíritu renueve nuestras mentes y nos convierta en constructores de paz.
 
Las familias: primer templo del amor
 
La patria se reconstruye también desde las familias. Ellas son el primer lugar donde se aprende a vivir, a perdonar, a compartir. Si nuestras familias están heridas, la nación también lo estará. Si las familias se renuevan en la fe, en la ternura, en el diálogo, entonces la sociedad tendrá bases firmes sobre las cuales edificar un futuro distinto.
 
Este templo que hoy se alza renovado nos recuerda que no toda casa puede volver a brillar si Cristo está en el centro. Que todo hogar, por frágil que parezca, puede ser fuente de luz. Que cada padre, madre, hijo, abuelo, tiene un lugar insustituible en este tejido social que debemos recomponer.
Pie de foto: Parroquia de la Asunción antes de ser vandalizada el año 2020.
 
Las comunidades: espacios de encuentro y reconciliación
 
La Parroquia La Asunción ha sido desde su fundación en 1918 un lugar de encuentro, de servicio, de oración. Y hoy lo sigue siendo. Cada comunidad cristiana está llamada a ser una casa abierta, donde se escuche la vida real de las personas, donde se acoja al herido, donde se anuncie la buena noticia con alegría y coherencia.
 
Las comunidades pueden ser estos espacios de reconstrucción social. Lugares donde se aprende el respeto, la colaboración, la solidaridad. En un país fragmentado, necesitamos comunidades que unan. En una sociedad ruidosa, necesitamos espacios de silencio y contemplación. En un mundo impaciente, necesitamos comunidades que caminen con esperanza.
 
Un signo para el Año Jubilar de la Esperanza
 
Este acontecimiento no es casual: ocurre en el corazón del Año Jubilar de la Esperanza, proclamado por la Iglesia universal como tiempo de gracia. Dios nos habla a través de los signos. Y este templo reconstruido es uno de ellos. Es como si el Señor nos dijera: “Miren lo que puedo hacer cuando mi pueblo confía. Miren cómo la fe, cuando se vive con humildad, transforma las ruinas en esperanza.”
 
Que este templo sea signo visible de lo que Dios quiere hacer con Chile. Que así como se restauraron sus muros, también podamos restaurar la confianza, la justicia, la fraternidad. Que donde hubo fuego, nazca reconciliación. Que donde hubo división, brote comunión.
 
La esperanza es más fuerte
 
Al cruzar el umbral de este templo hoy, recordamos que cada paso en la reconstrucción es un acto de fe. Y que la esperanza no es ingenuidad, sino confianza en que Dios sigue escribiendo su historia con nosotros. No estamos solos. No caminamos en la oscuridad. El Señor, que resucitó, va delante de nosotros.
 
Gracias, Señor, por esta casa.
Gracias por esta comunidad que no se rindió.
Gracias por mostrarnos que toda destrucción puede dar paso a una nueva creación.
Que este templo sea un faro de fe para Santiago,
una fuente de consuelo para Chile,
y un altar donde se ofrezca cada día la esperanza del pueblo de Dios.
P Pedro Pablo Garín 
Director Radio María /Chile 
Punto de encuentro viernes 23 de mayo
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