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HOMILÍA DEL DÍA, Jueves 24 de Septiembre- Por P. David Halm

P. David Halm

Jueves 24 de septiembre de 2020

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   9, 7-9

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quien es éste del que oigo decir semejantes cosas?” Y trataba de verlo.

Palabra del Señor.

Homilía del Día

El autor famoso Elie Wiesel escribió que “Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia”. Él sufrió en los campos Auschwitz y Buchenwald por los nazis y vió puro odio, sin embargo, reconoció que eso no fue lo contrario del amor. Reconocía que es la indiferencia, el “no me importa” que es el opuesto del amor. Reflexionando, vemos que tiene toda razón.

 

En esta lectura del evangelio, Herodes ya mató a Juan Bautista y fue adúltero, pero es fascinado por Jesús. Dice que “no sabia a qué atenerse”. En inglés, la lectura dice que Herodes se sentía “perplexed”, es decir, muy confundido pero interesado. Dice que tenía curiosidad de ver a Jesús. ¿Si el rey es tan pecador, por qué le importa a este hombre  Jesús? No hay indicaciones en el evangelio que tenía miedo que Jesús fuera un revolucionario y amenaza política. ¿Por qué tan fascinado?

 

Creo que es la misma razón de los fariseos, los escribas, los discípulos, los pobres y los enfermos: encontrando a Jesús y su mensaje no es posible mantenerse indiferente. Como puro amor, Jesús inspira amor, o por rechazar a Jesús la reacción de sus enemigos era de odio, envidia, y rabia. Pero no es indiferencia.

 

Si reflexionemos un momento nos damos cuenta de que intuitivo es. Lo peor es ser ignorado, falta de la atención del otro. Sentirse invisible es sentirse no humano; es sentirse sin valor. De verdad “lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia”.

 

Por eso, no podemos permanecernos indiferentes a Jesús ni su hermano el pobre. Debemos que elegir amarlos o no. El gran pecado de hoy es la indiferencia de cuantos católicos frente a la pobreza, violencia, injusticia y corrupción. Es lo contrario del amor. Como los discípulos de Jesús y miembros de su Cuerpo la Iglesia es nuestra vocación amar y animar el mundo.

 

¡Vamos!

Fr. David Halm

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