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HOMILÍA DEL DÍA, Martes 11 de Agosto- Por Fr. Isauro Covili

Por Fr. Isauro Covili

Martes 11 de agosto de 2020

Comparto un comentario general diciendo que con el capítulo 18 del evangelio de Mateo, se inicia el cuarto gran discurso de la Nueva Ley, el Sermón de la Comunidad. El Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de los judíos de Galilea y Siria, presenta a Jesús como el nuevo Moisés. En el AT, la Ley de Moisés fue codificada en los cinco libros del Pentateuco. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley, en cinco grandes Sermones: (a) El Sermón de la Montaña (Mt 5,1 a 7,29); (b) El Sermón de la Misión (Mt 10,1-42); (c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); (d) El Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35); (e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46).

El evangelio de hoy trae la primera parte del Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-14) que tiene como palabra clave los pequeños. Los pequeños son las personas pobres y sin importancia en la sociedad y en la comunidad, inclusive los niños. Jesús pide que estos pequeños estén en el centro de las preocupaciones de la comunidad, pues "el Padre no quiere que ni uno de estos pequeños perezca" (Mt 18,14).

La pregunta de los discípulos que da pie a la enseñanza de Jesús. Los discípulos quieren saber quién es el mayor en el Reino. Sólo el hecho de que ellos hicieran esa pregunta muestra que habían entendido poco el mensaje de Jesús.

"¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?". Jesús responde que el criterio son los niños. Los niños no tienen importancia social, no pertenecen al mundo de los grandes. Los discípulos tienen que hacerse como niños. En vez de crecer hacia arriba, tienen que crecer hacia abajo, hacia la periferia, donde viven los pobres, los pequeños. ¡Así serán los mayores en el Reino! Y el motivo lo expresa el texto: "¡Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe!" Jesús se identifica con ellos. El amor de Jesús hacia los pequeños no tiene explicación. Los niños no tienen mérito. Es la pura gratuidad del amor de Dios que aquí se manifiesta y pide ser imitada en la comunidad por los que se dicen discípulos y discípulas de Jesús.

Con la parábola de las cien ovejas, Mateo, revela que el Padre no quiere que ni uno de estos pequeñuelos se pierda. Con otras palabras, a mi entender quiere enseñar que los pequeños deben ser la prioridad pastoral de la Comunidad, de la Iglesia. Deben estar en el centro de la preocupación de todos. El amor por los pequeños y los excluidos tiene que ser el eje de la comunidad de los que quieren seguir a Jesús. Pues de este modo la comunidad se vuelve prueba del amor gratuito de Dios que acoge a todos.

Fraternalmente, Fr. Isauro Covili.

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