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HOMILÍA DEL DÍA, Martes 6 de Octubre- Por Fr. Isauro Covili

Por Fr. Isauro Covili

Martes 6 de octubre de 2020

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  10, 38-42

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor escuchaba su Palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”.

Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.

HOMILÍA DEL DÍA
Como contexto para el texto de hoy, se encuentra el viaje de Jesús emprendido en 9,51, y está sembrado de encuentros singulares, entre ellos el de un doctor de la ley (10,25-37), que precede al encuentro con Marta y María (vv. 38-42). Ante todo, pues, el doctor de la Ley hace una pregunta a Jesús, lo cual propicia al lector ocasión para descubrir cómo se consigue la vida eterna, que es la intimidad con el Padre. A ella se llega participando en la misión de Jesús, el primer enviado que nos muestra la misericordia de Dios en su plenitud (v.37).

Después de este encuentro con un experto de la Ley mientras iba de camino, Jesús entra en un poblado y es acogido por sus viejos amigos Marta y María. El relato de Lucas es al mismo tiempo un hecho real y algo ideal. Empieza con la acogida por parte de Marta (v.38), y después presenta a María en la actitud propia del discípulo, sentada a los pies de Jesús y atenta a escuchar su Palabra. Esta actitud de María resulta extraordinaria, porque en el judaísmo del tiempo de Jesús no estaba permitido a una mujer asistir a la escuela de un maestro. Hasta aquí vemos un cuadro armonioso: la acogida de Marta y la escucha de María. Pero la acogida de Marta se convertirá en breve en activismo: da la impresión que está tensa, dividida por las múltiples ocupaciones; está tan ocupada que no consigue abastecer las múltiples ocupaciones domésticas. La gran cantidad de actividades, comprensible por tratarse de un huésped singular, sin embargo, resulta desproporcionada, hasta el punto de impedirle vivir lo esencial justo en el momento en que Jesús se presenta en su casa. Su preocupación es legítima, pero pronto se convierte en un estado de ánimo no conveniente para acoger a un amigo.

Relacionar el servicio y la escucha. Su servicio de acogida es muy positivo, pero resulta perjudicado por el estado ansioso con que lo realiza. El evangelista deja ver al lector que no hay contradicción entre la diaconía de la mesa y la de la Palabra, pero pretende presentar el servicio en relación con la escucha. Marta, al no haber relacionado la actitud espiritual del servicio con la de la escucha, se siente abandonada por su hermana y en vez de dialogar con María se queja al Maestro.

Atrapada en su soledad, se enfada con Jesús que parece permanecer indiferente ante su problema ¿No te importa…? y con la hermana, que me ha dejado sola en el trabajo. En su respuesta, Jesús no la reprocha ni la crítica, pero busca ayudar a Marta a recuperar lo que es esencial en aquel momento: escuchar al maestro. La invita a escoger la parte única y prioritaria que María ha escogido espontáneamente.

Lo que preocupa al evangelista, es que en las comunidades a las que le escribe y a las de hoy y de mañana, no se descuide la prioridad que hay que dar a la Palabra de Dios y a su escucha. Es necesario que, antes de servir a los otros, los familiares y la comunidad eclesial sean servidos por Cristo con su Palabra de gracia. Cuando estamos inmersos en las tareas cotidianas, como Marta, olvidamos que el Señor quiere cuidar de nosotros. Por el contrario, es necesario poner en manos de Jesús y de Dios todas nuestras preocupaciones. Invitados a integrar de manera adecuada la Escucha al Maestro y el anuncio misionero.

Fraternalmente, Fr. Isauro.

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